Crédito: Turismo Valencia+
Según www.infobae.com Se les podrá pasar el arroz de la paella o podrán hacer una lectura unívoca sobre el Barroco (que inundó las calles de Valencia hace algunos siglos), pero si hay algo en lo que no se equivocan, es en las Fallas. Esperemos que siga así, ya que durante esos festejos se utilizan más de 2.500 kg de pirotecnia.
Si tenés planeado relajarte, no deberías pasar por el puerto del Mediterráneo entre el último domingo de febrero y el 19 de marzo. En esas fechas, los lugareños describen a su tierra como «una ciudad entregada a su fiesta, a la música y a la pólvora». Para tener una noción sobre hasta qué punto los valencianos verdaderamente se entregan a su celebración, enumeramos algunos detalles: fiestas en todas las esquinas, inconfundible olor a pólvora y flores, desfiles de época, exuberantes puestas en escena lumínicas, calles que se convierten en peatonales y bandas en vivo inundan la ciudad.
En medio de este escenario, multitudinarios grupos de jóvenes —que superan el millón de personas— llegan de diferentes partes del mundo y se apoderan literalmente de la traza urbana para vivir una experiencia única, que mezcla el arte y la sensación de «caos» que produce el acto de cierre, en el se prende fuego a todos los monumentos falleros. Sí, leíste bien. Se prende fuego a todo. Después de un año de trabajo, no hay lugar para viejos recuerdos. Es por eso que en la noche del 19 de marzo se realiza la Cremà, en donde todas las esculturas son reducidas a cenizas. La tradición es no abandonar el lugar hasta que la Falla termine de arder.
Un festival con historia
La fiesta tiene su origen en una antigua tradición de los carpinteros de la ciudad, que en vísperas de la fiesta de su patrón, San José, quemaban frente a sus talleres los restos de material de trabajo. Las fallas son construcciones hechas principalmente de corcho blanco y madera: además del monumento principal (que puede tener hasta veinticinco metros de altura), se construyen personajes secundarios, cuyo objetivo principal es trasmitir un mensaje crítico y caricaturesco de la vida social y política de la ciudad. El arte y la sátira se funden en las calles durante todo el festejo fallero. Quien diga que no entiende el significado, no está prestando atención. A los pies de cada falla, se encuentra escrita en verso la escena que representa.
Las Fallas han sido distinguidas como una fiesta de interés turístico internacional. Sin duda, es un lugar al que todos deberíamos ir, para vivir esa inolvidable mezcla de sentidos mientras recorremos sus calles comiendo un exquisito chocolate con bunyols.
Informe: Ignacio Luongo Infobae